jueves, 20 de enero de 2011
Manos arrugadas
Miró sus manos arrugadas con sus ojos llorosos entreabiertos y en escasos segundos le pasó toda una vida ante sus ojos, recordó su niñez, una guerra, ser padre, sus años de trabajo, ese cuerpo joven que no se cansaba, la pérdida de su esposa Glotilde, que buena era y las cosas que hicimos, 68 años juntos, dio un profundo suspiro y mirando al frente, soltó al aire, - creo que me voy contigo cariño, no puedo más -, un aire frio inundó la habitación, moviendo los visillos de la ventana ligeramente. Sebastián entornó los ojos y nunca más los volvió a abrir…
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